Conductismo radical: ¿Terapia o tortura?

  • hace 16 años
Comenzando el siglo XX, John B. Watson defendió la idea de una psicología que consideraba valiosa la conducta en sí misma como objeto de estudio, y no la de un método para estudiar la conciencia. Esto fue una innovación sustancial con respecto a la psicología estructural del momento, la cual usaba el método de introspección y consideraba el estudio del comportamiento como una práctica sin valor. El conductismo representó una aproximación radicalmente diferente.
Con el tiempo, surgieron dos grandes tipos de variantes conductuales: una radical y una metodológica o mediacional. La primera de ellas (desarrollada por B.F. Skinner) se centró en las relaciones funcionales que establecen los organismos con su ambiente, con énfasis en la ley del efecto, es decir, en la manera como las consecuencias de lo que hacemos regula la emisión de nuestra conducta futura (conducta operante). La segunda (desarrollada por Hull y Tolman entre otros), sobre la base de los reflejos condicionados introdujo un factor (o variable) interviniente que podía ser neurofisiológica o mental, según el caso.

A pesar de las obvias diferencias entre estos tipos de conductismo, debido a que el segundo de ellos obtuvo mayor difusión e incluso se ligó a la filosofía del positivismo lógico, frecuentemente se han confundido las propuestas, estereotipando a Skinner como un teórico E-R, y a los demás como E-O-R.